miércoles, 28 de septiembre de 2011

la letra con sangre

"Exigirle fortaleza a un ser humano a todas horas es lo más sádico que existe"
Angélica Liddell

Tu excusa era un secreto.
Como un bonsái regado poco,
las ramas cortas y el deseo en alto
a fin de no alcanzarlo
nunca.

Tu excusa era un secreto
quemado tal papel que quiere
ser destruido 
sin la consciencia del
ahora como siempre
de siempre es ahora.

Solo sé que tu excusa fue un silencio
guardado en la sospecha
de nuevas violaciones.

Sólo sé que el secreto fue la excusa
de la derrota asumida tan verde,
tan excusa,
primera victoria regalada al enemigo
                     como si nada,
como si todo lo después no.

Siempre no ahora.

Siempre pequeño y pretencioso
exiguo árbol arrugado.

Solo sé que la excusa fue creciendo
como raíces enredadas
en la húmeda podredumbre
de la vergüenza,
de la sospecha de lianas
que caen desde arriba, sujetas
desde el cielo.

Solo sé que tu excusa supo aprender
a cortarse las ramas
por donde los tallos comienzan
a crecer
           como si nada,
como si continuar       no
fuera lo suficiente.

Solo sé que tu secreto ha
crecido y resquebraja:
muchas palabras todas,
los animales siempre
que visitan alegres
tu diminuto cuerpo seco.

Solo sé que tu excusa dejó de ser excusa
cuando empuñaste las tijeras
y empezaste a podar
como te habían enseñado.

n.m.

sábado, 24 de septiembre de 2011

collage

a Euría y a Lobo

En nuestro planeta todos aullan.
No sabes lo que pesan
los muertos que vienen de París.
Los muertos de París son muchos.
Nos pillan despeinados,
entonando vocales,
con la rabia queda en ese borde
que hace la boca que canta locura.
La felicidad es efímera pero insiste,
París nos devuelve cadáveres.

n.m.




domingo, 4 de septiembre de 2011

libre será el canto de quien lucha

Debe ser verano en última instancia,
en que cierras la boca agotando los días,
con el boztezo grave de quien despierta solo
y muere lejos.

Debe ser violento el territorio escaso
en que nos abrazamos comprendiendo
los sonidos antiguos de los pájaros
como palabras.

Dame agua de enfermo y semillas calcinadas,
es mío el pudor sudoroso de otro comienzo.

Las calles se muerden los labios como talones
en un coito abrasado que detiene la despedida
solo unos segundos.

El tiempo y el lenguaje nos imposibilitan
un baile de asimetrías circenses,
trucos -de contorsionista- que estrechan
la mente.

¡Qué cierta es la muerte!
¡Qué alejados paisajes representa
en su victoria contra los poetas!
Es, como si ser no tuviera mérito.

Y aquí el purgatorio,
amasijo de estructuras que clavan
el gozo a dentelladas.

¿Sabremos ver las marionetas
tras muchas ciegas ventanas inmóviles,
gubernamentalmente inmóviles,
quietas, paradas, acongojadas en su marco?

¿Será la vergüenza un trapo
con que impíos limpiarnos los rojos naturales,
los que brotan como un rítmico llanto
de alma?

Será en verano, debe ser verano
huyendo de las recomendaciones
sistémicas de arroparse,
sí, cuando vuelva a cantar la cigarra.

n.m.